#Péndola, el maestro del vestuario

PH. Ivonne Jacquet (www.ivonnejacquet.com)

Por. Caro Sidwell

En un un jardín de Bella Vista, ciudad ubicada a 130km de Corrientes capital, se esconde detrás de un bananero, un niño de siete años. Éste es el espacio que encuentra para liberar su imaginación. Un gallinero gigante, el cual frecuenta todos los días para recoger las plumas de las gallinas, es su principal proveedor de material, junto con botellitas que su madre (quien trabaja en una peluquería) le da para crear nuevos personajes para su comparsa en miniatura.

Pasaron muchos años de ese recuerdo, semilla que dio vida al profesional que es hoy: Marcelo Péndola, diseñador de vestuario para comparsas, celebridades, cantantes y numerosos artistas.

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Ya desde los siete años, tu mirada estaba puesta en el universo del carnaval, ¿Sabías que era lo tuyo?

No sabía. Yo jugaba a eso, como oculto.

¿Tus padres siempre te apoyaron?

No, bueh, ¡No sabés lo que pasé!- (risas)-. Mi papá me decía: «Deja de hacer pavadas y ponete a trabajar». Y yo no entendía. Muchas veces me sentí como desilusionado. Pensaba que en realidad era un vago que no trabajaba. Hoy en día creo que soy el ídolo de mi papá.

Mamá siempre confió en mí. Hasta el día de hoy. Ella sabía lo que quería hacer. Me apañaba. Una vez – (riendo)- me acuerdo, cuando empecé a hacer trajes, se me ocurre hacer uno de época colonial, con miriñaque (estructura ligera con aros de metal que se coloca debajo de la falda), y metros y metros de tela. ¿De dónde iba a sacar tantos metros de tela? De un cortinado naranja que había en mi casa -(risas)-. Un día mamá pasa y me dice:  “Marcelo, ¿acá no había una coritna naranja?».  “Nooo»-le digo yo- «No». Y después encontró una caja donde estaba el vestido con todo el cortinado naranja.

¿Qué te llevó a venir a Buenos Aires?

Éste año, justo estoy festejando los 10 años que pasaron desde que vine a Buenos Aires. A los 13-14 años comencé a trabajar como fotógrafo. Vine para estudiar eso y después me volví a Corrientes, donde me convertí en el mejor fotógrafo de Bella Vista. Tenía mucho trabajo sacando fotos sociales y artísticas. Incluso gané un concurso donde presenté mi foto en La Sorbona (Universidad de París). Tenía 20 años y mi tía me pago el pasaje a París. Yo no sabía nada. Lo único que lleve fue mi foto.

Una vez que volviste, ¿Qué pasó?

Como dibujaba muy bien empecé a diseñar para comparsas de Bella Vista. Iba y golpeaba las puertas de las comparsas grandes y no me daban mucha bola. Entonces empecé con una comparsita que tenía 50 integrantes, eso no es nada. Salió muy bien mi primer año de comparsa. Al año siguiente ya me contrató la comparsa Irupé, un poco más grande. Entonces ahí empieza la historia: se me ocurre un día que las estructuras, los cascos, los tocados  y los corpiños había que hacerlos con una soldadura especial. De punto.

Se me ocurrió que el hombre que hacía las jaulas para los pájaros tenía que soldar las estructuras. Esto me viene a la mente en una siesta. Se me ocurre y me levanto, le cuento a mi papá y me dice: «VOS ESTÁS LOCO». Ahí transforme todo lo que son las estructuras en vestuario. Antes se soldaba con autógena o se encintaba y se ataba con alambrecitos y cinta. Era muy distinto y las posibilidades con éste tipo de soldadura para hacer estos trabajos eran infinitas. Mucho más seguro. Después de éste cambio, Irupé le ganó a las comparsas de primera por la novedad que presentamos.

Al año siguiente trabajé en el carnaval de Corrientes que es el número uno del país. Es el lujo total. Creo que aprendí mucho ahí. Me recibieron con las manos abiertas. Al principio no tenían mucha fé. Me hacían soldar y después encintar como ellos hacían antes. ¡Era doble trabajo!. Hasta que empezaron a ver que los resultados eran increíbles. No se rompían y eran más livianos. Un montón de ventajas.

¿Seguís trabajando para Corrientes?

Nunca dejé de trabajar porque hasta éste año he mandado trajes ya solamente para figuras o destaques, ya no hago para comparsa entera. Y compito para no perder la adrenalina. Siempre tengo la suerte de que salgan premiados. Esperan a ver mis trajes ya como una obra de arte, los trajes quedan así. No se los toca y se los exhiben en casas o museos.

¿Cómo está conformado tu equipo de trabajo? ¿Qué se necesita para ser parte de él?

El grupo de trabajo es muy especial. Somos seis personas y después vienen temporarios, gente que trabaja en temporada alta. Que sería de noviembre a enero. Antes de los carnavales. Acá tiene que trabajar gente que le guste de corazón y que sea felíz. Esto no es un trabajo común. Es como si fuera una gran familia y bueno voy formando y trato de evitarles los problemas que yo tuve por mi prueba y error. De que no cometan esos errores que yo cometí para llegar a tal objetivo. Les facilito las cosas.

¿Cuánto tiempo lleva hacer un traje? Por ejemplo, el rojo que tiene el maniquí. -(ver primer imagen de la segunda fila)-

Uh, justo ese un mes y medio. Fue para el carnaval de Corrientes. Está todo filigramado. Es una tela endurecida. Después se recorta a mano. El traje es a medida, único e irrepetible. Otros trajes sólo tres días nos llevan. 

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¿Cómo es el proceso de diseño de traje para una chica que va competir?

Cuando viene alguien y me trae un diseño yo la siento y le digo: “¿Querés disfrutar, participar, bailar o competir? Y ahí ella me responde. Si va a competir, se pone toda la carne al asador -(risas)-.

Cada cuerpo es distinto. Cuando pasan la puerta yo ya empiezo a estudiar a la persona que me va a encargar los vestidos. Veo qué cosas lindas tiene, qué cosas se pueden mostrar. Si es para una vedette, si es para un traje de carnaval o para una cantante. Ahí es muy exclusivo. Todo se trata de que el diseño sea novedoso y entrar a competir por todos lados. Mostrar las virtudes de la mujer. Se hacen pruebas de colores de plumas. Hay plumas de criaderos del sur y se hacen procesar en Paso de los Libres. Las plumas de Ñandú son las que más movimiento tienen.

Mas allá de lo físico, ¿Te fijas en su personalidad a la hora de crear?

Yo le voy enseñando mientras vamos elaborando el traje. Cada traje tiene su carácter y personaje. Yo voy viendo las posibilidades de cada una. Hasta dónde pude llegar porque si le hago un traje excesivamente ostentoso, por ahí el traje se come a la chica, la hace desaparecer. Sucede en muchos casos. Tiene que estar compensado el carácter de ella con lo que lleva puesto. Uno no tiene que competir con lo otro sino que tienen que potenciarse.

¿Cuáles son los proyectos a futuro de Péndola?

Me junté con uno de los directores del Cirque du Soleil y le conté una historia. Le encantó e hicimos un guión, lo registramos y presentamos a productores de Argentina a los que les gustó también. Es un espectáculo impresionante. La obra se va a estrenar el 16 de mayo en el Teatro Nacional. El vestuario es alucinante y la obra es del estilo del Cirque du Soleil, con un director, vestuario y la estrella principal es Hernán Piquín. Son 50 artistas, algunos de Canadá, Brasil, Rusia y China. Todo es producción nacional.

Además estoy por lanzar mi línea de indumentaria Marcelo Péndola urbano.

¿Imaginabas que ibas a llegar a tener tanto reconocimiento?

Sí, pero la realidad fue más fuerte. Superó todos mis sueños. Yo los sigo agrandando quiero empezar con películas. Creo que si sigo pensando así va a suceder. Creo que siendo una buena persona y comportándose correctamente sin dañar al otro, ni tener maldad los deseos que uno tiene se van cumpliendo. Y a la vez que entrás en esa sintonía se dan más rápido.

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